Nos quedamos ahí aunque ya hubiéramos terminado, porque sabroso. Si alguien venía alcanzábamos a vestirnos, a huir, a escondernos (o todas las anteriores).

Ni habíamos pensado en movernos antes. De haber sabido creo que habríamos coordinado para que aunque fuera nos pillaran -ya qué- con ropa, tiempo teníamos. Pero qué nos íbamos a imaginar, eso en nuestra especie… Algo salió mal. Movernos sí, podemos. Todo lo que quiera. Pero despegarnos…

“¿Y si quedamos así?... Adiós a las pasiones… Forjarnos un cariñito siamés y solidario”.

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