El exceso de burguesía
y las propias inseguridades e
incapacidades corrompen.
Cuántos dioses no
practican la heteronimia, haciéndose pasar por varios para así asegurar su
dominio a través de la división de sus fieles en facciones religiosas, todas
monoteístas y excluyentes entre sí: varias iglesias, varios profetas, varios
libros sagrados, varias mentiras, pero sólo una verdadera: ¡Ésa, la tuya!
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