Usted perdone, es que hace rato que pasamos por acá y notamos que usted siempre está.

Antes creíamos que era siempre alguien diferente que se echaba a dormir ahí por cualidades especialmente acogedoras del sitio, pero después nos fuimos dando cuenta de que siempre era usted, de que de hecho casi nunca está durmiendo pero igual yace sin moverse, y de que parece que nunca se va, porque después de pasar a diferentes horas quisimos probar permanecer largo tiempo a ver usted qué y pues nos terminó empatando. Entonces decidimos acercarnos.

Vemos que en estas ciudades se suicida mucha gente en silencio, como si no les importara que se supiera por qué, y creemos que para llegar a eso hay que haberse acostumbrado a la tristeza, hay que haber perdido toda esperanza y aburrirse como nadie para ni siquiera querer dejar un mensaje. 

Nuestra teoría es que ésa es una de las consecuencias de la incomunicación y el autoaislamiento, agravados por la fuerza que tiene la marginación en nuestra cultura. La otra modalidad de renuncia a la propia rehabilitación es la de la gente como usted, que se inmoviliza totalmente sin ejecutar la autoeliminación.
Nos gustaría saber por qué en su caso el suicidio dejó de ser una opción, si fue miedo, o ya daba lo mismo… porque hay  hipótesis sobre la no consumación e inmovilidad que implican falta de carácter, mientras otras hablan de simple desidia. En ambos casos gente como usted representan el estado más avanzado del proceso.

Sabemos que ha sufrido, que sigue sufriendo en este momento, que probablemente quisiera que nos fuéramos, pero ni siquiera así se va a mover y eso nos sigue asombrando, cómo dejamos que alguien llegue a eso.

Gracias a usted sabemos que hay más gente así ahora, y otra que se va a volver, y no queremos que pase más. Pensamos que cada quien tiene una historia para contar, y la suya y las que se le parecen nos pueden hacer dar cuenta de que estamos viviendo feo y por ahí empecemos a curarnos.

 Faltaría ver si usted quiere ayudarnos. Si quiere piénselo y volvemos mañana. Sea que sí o que no, quisiéramos de todas formas ayudarle en lo que sea. De pronto quiera -y pueda todavía- levantarse aunque sea un poco, de pronto cerrar algún asunto, de pronto algún sueño pendiente, de pronto quiera curarse y se pueda todavía, de pronto podamos brindarle asistencia para su suicidio… La ofrecemos nuestra ayuda incondicional aún en asuntos ilegales o repudiables porque creemos que su voluntad es lo más importante en estos casos. Le ayudaremos en lo que quiera, si es que todavía quiere algo. Si no, por favor discúlpenos. Vinimos sólo porque su situación nos afecta y queremos ayudar a quienes la padecen. Sólo por eso vinimos y sólo por eso volveremos mañana, esperando que no le moleste.



Hacía rato que se habían ido cuando le dio por mirar a ver si sus movimientos seguían vigentes. “Por puro probar” – pensó. 

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