Recientes estudios realizados por los sistemas solares
más evolucionados revelan que es precisamente en esos sistemas modernos donde
se encuentran los casos más críticos los casos más críticos de baja
autoestima.
Su origen tendría que ver con el fenómeno de la vida, que allá brotaría al
interior de un mundo no ya por azar, sino por precarios hábitos higiénicos
imputables al mundo mismo. Siendo este un universo donde la velocidad del
chisme suele ser mayor que la de cualquier infección[1], la marginación social del
mundo con desarrollo de población será prácticamente simultánea a la incubación
de la misma[2],
manifestándose bien en apodos tan inspirados como inmisericordes de
sus iguales para con él, bien en crueles categorías que le inventarían
para rebajarlo[3].
Tan denigrante
trato llevaría al infectado a autoinducirse desesperadas actividades
sísmico-volcánicas para erradicar todo ecosistema interno, con el riesgo de que
su combinación con traslaciones, rotaciones y demás revoluciones mundanas
típicas pueda resultar igualmente fatal para él, que perecería así ahogado en
su propio vómito.
Parece que hay
sistemas solares en los que al mundo cualquiera que se le detecte vida en su
interior, se la montan por cochino.
[1]
Independientemente del
medio de propagación (incluyendo el vacío).
[2]
La diferencia temporal
es, en sentido absoluto, despreciable.
[3]
Dos niveles que, en
teoría, se han consolidado son el “inmundo” y el “cochino mundo”.
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