Más me hubiera valido dedicarme con esmero al consumo sostenido de basuco y afines, no joda, ¡e!

Sigamos pensando que caímos peleando, y en nuestra ley, y que vendimos cara nuestra derrota…

Aquí todo lo queremos arreglar con plata, leyes, o a tiros.

No bien estuvo ella en posición, la primera criatura empezó a salir. Era grande.

Doloroso y lento proceso. “Me vas a romper”.

No había nadie para asistirla, todo dependía de ella. Pero ya había dado a luz varias camadas. Podría.

La criatura se atascó. El dolor no cedía.

Se dio ánimo: “puje, señora”. La criatura reaccionó. “Dale. Ya sales.” Contaba y respiraba. “Vamos que sales”. Fuerza. Ya casi. El último empujón. “Vamos, señora”…

Con el alivio no vino el llanto sino la risa. Y era su risa, “mi trabajo de parto fue un éxito… Una criatura nomás sí. Felicidades, señora.”

Se levantó satisfecha y riéndose, y se volteó para mirar.

Relato y más risas:  
“Dos cagarrutas gemelas, derivadas de la original, que se partió por el esfuerzo”.
“Parecían mirarla”. “Mamá”…  “Las miró a ver si se les veía el sexo”. “Lamerlas”.

Se alejaba de ellas mientras barajaba nombres y le daba forma a la historia. “Para mis nietos”. La risa volvió a doblarla.
Recientes estudios realizados por los sistemas solares más evolucionados revelan que es precisamente en esos sistemas modernos donde se encuentran los casos más críticos los casos más críticos de baja autoestima. 

Su origen tendría que ver con el fenómeno de la vida, que allá brotaría al interior de un mundo no ya por azar, sino por precarios hábitos higiénicos imputables al mundo mismo. Siendo este un universo donde la velocidad del chisme suele ser mayor que la de cualquier infección[1], la marginación social del mundo con desarrollo de población será prácticamente simultánea a la incubación de la misma[2], manifestándose bien en apodos tan inspirados como inmisericordes de sus iguales para con él, bien en crueles categorías que le inventarían para rebajarlo[3].

Tan denigrante trato llevaría al infectado a autoinducirse desesperadas actividades sísmico-volcánicas para erradicar todo ecosistema interno, con el riesgo de que su combinación con traslaciones, rotaciones y demás revoluciones mundanas típicas pueda resultar igualmente fatal para él, que perecería así ahogado en su propio vómito.


Parece que hay sistemas solares en los que al mundo cualquiera que se le detecte vida en su interior, se la montan por cochino.


[1] Independientemente del medio de propagación (incluyendo el vacío).
[2] La diferencia temporal es, en sentido absoluto, despreciable.
[3] Dos niveles que, en teoría, se han consolidado son el “inmundo” y el “cochino mundo”.
Acá para dejar de hacer las cosas mal hay que esperar a que hacerlas bien salga más barato.
- Vaya, vaya, vaya, pero quién está aquí. ¿Has venido por fin a redimirte?
- ¡Qué redimirme ni qué (groserías)! El infierno acaba de caer. Me autorrevoqué y huí antes de que me agarraran. Me querían juzgar.
- ¿A ti también?
- Claro.
- Creí que era sólo a mí. Pero sí, si te invadieron el rancho. Así que la tal movida era en serio...
- En serio, y van ganando. Ya deben andar tomando el purgatorio. Pronto estarán aquí.
- ¿Qué nos queda, diablo?
- Casi nada, señor. Un par de bancos, que resisten. Y el gobierno de Estados Unidos.
- ¿Vaticano?
- Arrasado, señor.
- ¿Ejército?, ¿policía?, ¿fuerzas oscuras?...
- Todos desmovilizados y anexadas sus tropas al enemigo.
- ¿Nos quedan prisioneros?
- Cero, señor. Las almas has sido todas liberadas y casi todas se has sumado a la revuelta.
- Los dioses...
- Volaron. Por ahí vi a Minerva, Neptuno y etc. como tratando de organizar gente, aunque la rebelión parecía mostrarse indiferente a sus aportes.
- Los verán parecidos a nosotros.
- Exacto. Al que querían linchar era a Poseidón, por (groserías). Le tenían sus guardados desde la antigüedad...
- ¿Y Yemayá, Shangó y ese parche?
- Siempre encontraron la forma de escaparse. Son de insurreciones anteriores. Se dicen que siempre fueron libres, aún con sus disfraces. Realmente nunca pudimos agarrrarlos.
Ah, además de las cárceles, también fueron saqueados almacenes y aduanas.
- El becerro de oro...
- Ése fue de los primeros en desaparecer. Un comando del ala más radical se lo llevó, entre gran alharaca, que otra vez tu cuerno en pie de lucha... ese tipo de sandeces. Parece ser que ni a la dirección insurgente le cuadra del todo ese grupo.
También recuperaron casi todos los entierros y muñecos de vudú.
- y ahora qué (groserías) vamos a hacer.
- Pues resistir hasta el final, señor. Ya vienen.
- ¿No nos convendría más rendirnos?
- (Risas) Siempre tan miedoso el señor...
- Sin el miedo no seríamos, ya tú sabe... A propósito: Tu viniste a traicionarme, ¿no cierto?
- No, señor. ¿Para qué? Si ya ganaron. Yo vine fue a acompañarte en tus últimas horas.
- Mmm.
- Te quiero, señor.
G  A  M  E   O  V  E  R

Insert soul to continue
Valparaíso, La Banda, Curiepe, Teusaquillo, El Juncal, Esmeraldas, Perú
Tilcara, Montevideo, Coroico, Buenaventura, ______________________
(inscriba aquí el nombre de su etnia, pago, paraje o municipio favorito)...
 
 
"No quede un solo pueblo libre de sabrosura"


En una de sus trabas el espíritu llegó a concebir la existencia de una constante de traba. Si la realidad, por algún motivo, debía manifestarse en medio de la traba, sólo había que hacer una resta.

En otra la eliminó, y fijó la de realidad, para que quedaran las mentiras.

Para Pedro Elías, que chamboneó varias veces, con éxito y alegría, nuestro espacio-tiempo


Corolario
La aritmética sicodélica, ciencia ya nombrada, clasificada y catalogada comenzará su ejercicio en el momento en que alguien logre establecer alguna equivalencia entre ambas constantes.

A mí se me hace que fue tanta pensadora y tanta conversadera sobre tal cosa. Que si “no sería que en una de esas” y otras sabrosas especulaciones. Así joda y joda, hasta que el inconsciente, directo involucrado, se dignó a  participar. De modo impreciso –como son estas cosas del sinsentido– me situó entrevistando a una de sus productoras.

Al principio como que no había escenario, era la nada y las tinieblas. Desde ahí yo preguntaba.

– Un sueño o alucinación cualquiera –así como en su transcurrir–, ¿se va improvisando en vivo? O ya viene armado al momento de proyectarse…

Esta era la pregunta principal, para mí el comienzo de todo.

No me acuerdo bien qué contestó –como que se podía de las dos, o bien mixto–, por andarle poniendo cuidado a la horrorosa voz de la que se valía para contestar, un sonido soso y mecánico, bien corporativo. La voz era en off, sin sustancia asociada, gesto técnico como para dejar en claro que se estaba hablando con una productora major, curtida y profesional. Las tinieblas se fueron alumbrando con una luz neutra, como entre blanca, gris y azul clara, sin mucha emoción. Yo estaba en medio de un cuarto sin muebles, con algunos uniformes colgando de las paredes. Me acuerdo de chalecos y viseras.

Se me ocurrieron algunas ideas como de monopolio y productoras independientes y algo debí preguntar porque la voz pareció incomodarse (se oyeron como toses). Empezó a sonar una música como de oficina que volvía a empezar cuando terminaba. Creo que me bailé un pedazo… los uniformes y las paredes desaparecieron.

El azul del ambiente se profundizó, como para reproducir video. Sin embargo, lo que sonó fue un ruido como de cinta de audio rebobinándose mientras se reproduce (esas cosas que no se deben hacer porque se puede enredar la cinta o dañar las cabezas del aparato reproductor). De vez en cuando aparecían palabras en verde o en rojo. En verde me pareció leer “stop/eject” y “play”. También estaba el silbido ese de cuando la pantalla muestra toda la gama de colores. Cuando volvió la voz, contestó cualquier cosa:

– Los episodios que no se recuerdan son emisiones “de prueba”, que se borran de una. O ensayos a puerta cerrada, sin público o medios acreditados para su transmisión. O también, en último caso, una intervención directa sobre los datos “en crudo”, antes de su codificación multimedia.

Ya le iba agarrando el tumbao a la vocecita. Me quedaba repitiendo algunas frases especialmente chillonas como “datos en crudo” o “codificación multimedia”, y no es por nada pero hasta me salían.

– Y hablando ya de público objetivo –pregunté– ¿considera usted que este influye activamente en la composición de la pieza o en la secuencia misma de sus acontecimientos?

El “usted” sonaba raro, pero yo también tenía que hablar sofisticado y la pregunta me pareció que no desmerecía.

Sonaron algunos ruidos como de dispositivos de sonido en mal estado, interferencias, retroalimentaciones y tierras. La escenografía consistía en un humo mediocre, igual de colgado que el audio. A menos que fuera una cortina de humo previa a la huída…   

– E… usted perdone… de pronto no pregunté bien. A ver le repito: Factores como la ingesta de un cierto tipo de alimento (aparte, claro, de los alucinógenos) antes del trance –o bien la cantidad del mismo, o la particular combinación de varios tipos–, o los relativos a la situación específica de cada quien a nivel mobiliario (lecho, habitación, situación erotico-emocio-sentimental (sic), etc., así como su propia voluntad… Todo eso al momento de la  experiencia ¿no termina influyendo? ¿No ayuda a determinar, por ejemplo, no sé, el género, la intensidad, o la duración?   

Los ruidos ya eran cortos y repetitivos, como de amonestación por uso indebido, o desaguisado, por un lado, y de nerviosismo, por otro. Era claro que la productora no se encontraba a gusto. Empezó a oler a feo, como a mortecino. La escenografía amontonó con apuro diversas basuras, mugres y materiales de desecho. Reconocí algunas especies carroñeras que parecían mirarme y rodearme pero eran como de plástico y daban la sensación de haber sido creados con apremio porque al frentearles se espantaban con movimientos imposibles y terminaban arrojándose a la candela que quemaba la basura, sumándose con olor característico. Se me ocurrió que en ese momento mi voz podía estar siendo proyectada asimismo en otra instancia donde se torturaba a alguien.

Decidí jugármela. Ya me tocaba a los gritos.

– Hay sospechas de prácticas ilegales como la publicación de la misma secuencia en diferentes mentes o incluso en simultánea para un colectivo. Y de tratos con empresas de apuestas y números simpáticos. Y la publicidad subliminal…

Me interrumpió un bombardeo de objetos contundentes que entraban en escena desde todas las direcciones. Por qué no se aprovechaba la basura para eso, no sé, has visto cómo son estas cosas… La pestilencia arreció con ventosidades de potencia considerable y amplísima gama de aromas y sonoridades (destacábanse glisandos ascendentes que se destemplaban sugestivamente, perdiendo el aliento y exhalando un último suspiro supremamente evocador). La atmósfera se aderezaba además con cobijas que se sacudían abanicándome todo aquello, amenazando con tomar en cualquier momento forma concreta. O la idea de huir persistía y, abandonando todo decoro y al mejor estilo escolar, la totalidad de la escena –yo también, por qué no habría de incluirme si ya me la había jugado– formaba parte ya no de una cortina de humo sino de un gigantesco pedo químico.

Arrastrándome el huracán –el escenario goteaba en proyectiles de colores impublicables con diversidad de partículas en suspensión– invoqué un último recurso jurídico:

– En nombre de los estados y las iglesias con los que sin duda celebra ilícitos convenios, exijo mi derecho a no parecer, cumplida esta instancia, como si despertara o “volviera del viaje”, con la consecuente desestimación de lo aquí experimentado. Nada de comas, centros de rehabilitación, ni camas, catres o camillas o esas soluciones baratas. Para que la duda persista deberás esmerarte, empero el estatus documental de esta proyección no pretenda desconocerse.

Jamás verbo tan afilado, tan certero había yo ni soñado pronunciar, pero como que sirvió, porque aparecí –después del consabido oscurecimiento de pantalla (si de algo saben estas corporaciones es de jugar al filo del reglamento, seguro aprovecharon para editar el material)– al final de la proyección del documental –“proyección del documental”, hasta el vocabulario y la retórica me habían robado– que sobre el asunto me tenía a mí como protagonista. Terminada la última secuencia salía una espantosa voz en off –que supuestamente era la mía (y sonaba peor que la otra, no hay cultura)– que hablaba, entre otros proyectos, de la creación de ligas y sindicatos del inconsciente que propugnen por el control total del material onírico por parte de las mentes creadoras, y de la realización de festivales gratuitos y otros eventos…

Los recuerdos me iban siendo devueltos, y entonces supe que esa proyección a la que yo asistía era el estreno del documental – pero aparte de mí no había ido nadie– y que yo era responsable además de toda su realización.

No había querido salir en los créditos, que comenzaban a aparecer.

A la mina de las imágenes

A la memoria de Uyulala

Fue una producción


Para qué tanto rebusque de orígenes, tanta hurgadera y molestadera de fuentes y raíces. Hay onda o no hay onda, nos cuadra o no nos cuadra y ya (y ya es ya). El resto es retórica, cultura general y desempleo (o una deficiente administración del propio tiempo libre).

Vicio de la identidad

¿Qué verdad queremos encontrar?

Qué tal sea al revés...

Qué tal resulte - y es lo más probable- que no (o que sí). ¿Nos pegará igual? O nos tocará pegárnosle (vicio de la objetividad).

A lo nuestro    
- No, no, ningún "ya terminamos". Acá no se deja de trabajar. Acá es cumpliendito con la jornada, acá eso de andar metiendo descansitos a cada cierre de ciclo no, ¡Acá hay es que mirar al futuro! Qué tal un imprevisto, una baja en las regalías... Además a este ritmo, ¿quién quita que lleguemos a nuevos horizontes? Acá hay es que pensar en grande. Yo, si dejo de trabajar es solamente porque ya la logro prestando plata.
Morir cagando y/o miando (sic).


qué pasa si; ¡sorpresa!; y por qué no; y no de la risa;  cada cual; ¡ay, no! q´ porq´ría; raja / berraquera, la; no especifica; dignamente, derecho a morir; ceba, qué; qué onda; ¿suicidio?; (risas), necesidades, tus; pis; popis; vitales, funciones; cantarse; micciones; del cuerpo, hacer; meo, echarse un; 1-2, hacer del; interioranas, amistades; mortales, procesos; botines/guayos, colgar los; hermoso, cadáver; cosa, una cosa es una y otra cosa es otra

Como no está alcanzando para el día la sola gorra de la hora del almuerzo, nos está tocando salir a tocar por la noche a la hora de la comida, y con el frío que hace.

El equipo somos dos, la verdulera y yo (la verdulera es el cinco letras, acá le llaman así).

La hora del almuerzo rindió sólo los primeros días, de pronto porque era fin de semana. Como en toda zona de frontera cae plata de la de aquí y de la de allá, y en esos días en cantidades semejantes y suficientes como para irnos de compras –vestuario y buenos libros, que acá son tan baratos– a la hora de la siesta y ahorrar la mitad de la moneda extranjera para un pasaje bien largo al cruzar a la vecina república y largarnos bien lejos, como a nosotros nos gusta. Pero entre semana la cosa ha ido cayendo, los comedores no se llenan –algunos cierran incluso varios días–, y las pocas mesas están ocupadas casi siempre por población local. Ha habido días en que sólo cae un tipo de moneda y en cantidad nunca igual a la del finde.

Como novedad en los procedimientos, cada día estamos tocando distintos números, en cumplimiento de un programa de expansión de repertorio –con tanta canción por ahí mal montada y con ganas de debutar, y nosotros tocando las mismas maricadas de siempre–. Cada día estamos practicando todas las tardes para tocar siempre algo distinto, además de ir incorporando canciones del folclor local. Y así las hemos ido mandando, algunas resuelven, otras suenan como y para el orto, pero es que es la única forma...

Después de la práctica salimos de compras, y para qué, pero igual nos ha rendido: ropita nueva y libritos por doquier, amén de accesorios varios. Luego a comer, que acá se come bien otra vez, además barato, no como en la vecina república con esa onda de proteína y guarnición a gusto (de tomar, nada, eso lo pagas aparte) o si no “sánguche”. Y por último a la computadora, a ver qué ha pasado con la familia, con el parche, y el pago, para hacernos a musiquita nueva, de ésa que nos gusta tocar, para ir pillando. Ya después es meternos a la pieza a leer los libritos nuevos, la verdulera y yo junto al cuatro llanero, la melódica, la guacharaca, el bombo legüero y la maleta nueva (estos dos últimos de reciente incorporación, cuando en otra frontera de ambos mismos territorios incursionamos con éxito la última vez que nos tocó renovar la suscripción con la vecina república logrando tamaño superávit), yo leyendo en voz alta porque nadie más sabe. A veces nos trasnochamos feo y nos toca levantarnos directo para ir a tocar al almuerzo, a veces logramos practicar un poquito antes. Si no, toca después. O si no no se logra, porque a veces entre libro, compras, siesta, trabajo de noche, comida y computadora nos colgamos en alguna y no ensayamos.

Esta noche nos toca salir otra vez, porque el almuerzo nos dejó sin cena, sin libro y sin desayuno de mañana, y además había quedado de hacer una carta por computadora para la gente del parche que está organizando algunos piquetes y otros actos de reclamo a las autoridades y estamentos del pago. Y como yo quiero ayudar y además cuento con el presente don del verbo… Entonces toca salir a atacar los asaderos que faltaron a la hora del almuerzo (pelear para que le bajen o le pongan pause a las películas de karate con que enganchan a la gente, pareciera más cine con asadero, y cortar la onda) que esos sí se llenan. Además ir en chancletas – yo, porque la verdulera no usa calzado– con este frío, porque anoche la borrasca inundó todo y por proteger a la verdulera metí los zapatos entre un charco y tuve que ponerlos con la ropa a secar (y la ropa ya se secó, pero los zapatos no, va a figurar aplicar chancletas con medias).

Menos mal ya quedan pocos días para el finde, ya sabiendo lo esperamos, lo trabajamos y nos largamos.

Igual, toda esta onda de venir a trabajar a la frontera, sea lo que sea la idea es que sea (sic) de provecho, porque mal que bien sólo se trabaja a horas de comida y el periodo entrecomidas nos queda para lo que queramos. Es entonces cuando esos procesos que nos engrandecen y/o alegran la vida tienen lugar. Y los anotamos porque de estos momentos es que salen las historias, y siempre viene bien darle cuentos a la población, para que aprenda y sonría.

Y con la verdulera además tratamos de cantarlas, porque la vuelta es inventar también, no sólo sacar. Pero pasa que yo le enseño algo un día y al otro me sale es con un reguero de acordes y escalas que ya después no me acuerdo. Ahí es cuando nos toca meter los bajos y la cosa vuelve a jugar, porque con los bajos quién no se engoma. 
                                                                            Enjoy Yourself
                                                                                     De La Tribu de Jacobo, Miguel

                                                                            Verte bailar
                                                                                     Zamba de Lozano

Rozo, Juan Sebastián
Barranco, Jaime
Gómez, Charli


Antes que solemnidad, alegría alegría.
                                                     
                                                                    

Curtini flower

Qué buenas piernas que tenés, los años duermen y te conozco de nombre, y te seguís paseando;
y mis ideas permanecen básicas, estática tontería y al repetir, qué buen culo, me siento animal.
Pero lográs hacerme sentir superior, eso es peor, el alcohol supera luego la mar,
porque me enferma sus mundos, no podemos compartir espacios, quiero aceptarlo y lo logro:
¡qué basura de prototipo, joven gil! ¿Dónde habrá quedado el idealismo y los imposibles a morfina?
Sin embargo sin embargo sin embargo, pierdo las batallas y la guerra la gané, sin sentido me dan trofeos,
sin ser libre he logrado mantener intacta la mirada y he visto tu piel tan cuidada. De industria
manufacturera, estado interventor, la ISI, Perón.

Vamos a filmar cuatro segundos de anarquía, cinco de moderación, cuatro mil diez de conservaduría
y la altanera capacidad de cagarse en todo, y qué buen culo, me siento un animal.
Pero resulta que son la terminal de siempre, una cascada metálica, monedas de yute, artesanías de mentira;
ideas sin ideas, exclamaciones automatizadas, robotitos de juguete, muslos trabajados.
China, Corea, el océano.
Y me hace sentir enfermo, nadie es mejor que nadie, sólo que algunos prefieren escapar en bicicleta.
Y eso es lo que hago, pensando mientras en el misterio de tu mirada de cruz clavada,
No sé si pensarás en profundidad
Ángulo dimensional
O un carnavalito que nunca sudaste.
Sos un puto misterio, sabés? Cómo que sí? Debías balar el halo de tu incógnita!
Si ése es un juego perpetuo y el martini careta consuélame en mi búsqueda de verdad.
Ni para qué me gasto estos minutos madrugadas en tu efímera existencia...

Si cuando tenga 43, con suerte una pelada
un quiste, principio de cirrosis, jefe socarrón
una mina de plata, una inflamación
pastillas locas y la guerra astral.

Estaba en que no se si pensarás en profundidad
Nadie sabe qué pasa en tu pago
y a mí ya ni me interesa
Pero tus afirmaciones son catequesis del suicidio
Y todo lo hormonal, ya sabés, incide tanto en la emoción, y debés manejarlo
como todo buen fiat duna
de barrio

A Daniel Samper Pizano,
guiado en este estilo por, entre otros, legendario Ernesto*;
a Bukowsky, por cochino;
 y a Báteman, que gustaba de la chacota 

Al todopoderoso pedo químico

A las risas de América


Hoy se habló en la reunión que siempre hacemos después de las tomas municipales, y como comandante decidí prohibir, de ahora en adelante, todo tipo de pintas, grafitis y expresiones artísticas de cualquier índole en las paredes de los municipios en los que incursionemos o en material enemigo inutilizado. Este frente va a empezar a respetar: Si no al enemigo, a la guerra que libra. Si no a la guerra que libra, a las poblaciones donde se lucha. Si no a las poblaciones donde se lucha, ¡por lo menos al propio frente! Mínimo ésa. Si no, no podemos ni arrancar. Después las otras vemos, pero al menos unita.

Hasta hoy era usual, después del combate, que la tropa procediera a escribir sus consignas favoritas en las paredes del pueblo tomado. El comando de la organización había seguido permitiendo la libre expresión artística a pesar de que cada vez se apartaba más de los tópicos revolucionarios originales, pues aún disminuyendo estos mantenía la actividad su carácter catárquico y de descarga que en otros ejércitos se traduce en acciones violentas (aniquilación, vejación, violación) contra la población civil del municipio.

Pero la cosa tocó fondo hoy, cuando leí por ahí, entre los mensajitos de siempre, uno que decía: “qué lindo ver este pueblo sin guerrilla”. Nadie se atribuyó la autoría.

Al principio creí que la inmadurez de nuestro movimiento se debía a que éramos un ejército apenas en formación, formado por gente de escasa o nula instrucción militar y con cero posición política. 

Pero ahora mis investigaciones apuntan a que la aparición de una frase tal se debe más al abrupto descenso del promedio de edad de nuestro frente, cobrando fuerza progresivamente las tendencias infantil y adolescente por la cantidad de elementos de esas franjas incorporados en los últimos tiempos. Probablemente vieron la frase en la televisión, les pareció “severa” como grito de guerra y así nomás la fueron escribiendo (además con unas variantes ortográficas que desafían la imaginación), sin saber que es propia del enemigo.

Ya veníamos sospechando que algo andaba mal, por el comportamiento mostrado inmediatamente después de las tomas, cuando la férrea disciplina militar cedía un poco y se cultivaba el arte estimulando la expresión individual o grupal. Ya me parecía oír demasiadas risas para un momento tan solemne. Después veíamos que en los vehículos destruidos del enemigo aparecían varios “lávame” en los vidrios, mocos en los espejos, y las llantas orinadas y a veces incluso hasta cagadas enteras. Cuando yo preguntaba me decían que era táctica del enemigo para inutilizar su material. Pero luego veía yo los muros y fachadas de las casas: llenas de frasecitas y poemas –tal declarándosele a tal, tal es la traga de tal–, besitos y emoticones en esténcil, groserías (aprendí varias nuevas), saludos a la familia o la “gallada”, motivos de grupos musicales o de instituciones deportivas, facsímiles de chismógrafos, explícitas gráficas de baño, invitaciones a gente ajena a la tropa a “culiar” (?), promociones de cualquier masaje o estimulación corporal localizada imaginable ofrecidos, bien por el enemigo o por gente “del colegio” (esta última se identificaba porque se anotaba al lado un número de teléfono). Hasta caricaturas mías salían en esas paredes.

Aunque veía todo eso como “males menores” de la guerra –era corriente verme al final del combate, sin poder de la risa o vomitando y llorando del asco, revisando todo el pueblo, quitando calcomanías y afiches (algunos muy sexis y con pajazos) que pudieran vincular a algunos indeseables ídolos juveniles con nuestro movimiento– hoy esa expresión cobró otra dimensión.   

Pasos a seguir:
La “actividad de descarga y recreo”, como se va a empezar a llamar ahora, queda suspendida hasta que prometan que se van a portar bien, hasta que aprendan a ir al baño antes de entrar en combate, y a controlar esfínteres durante y después de la contienda.

Además se les va a enseñar a no rayar las paredes, mediante actividad de penitencia o castigo: cada cual va a inventar una frase de disculpa con un número mínimo de palabras –o de letras, o hasta caracteres se vale– a ejecutar un número por determinar de repeticiones (plana que llaman), en número por determinar de paredes, en número por determinar de poblaciones después de su respectiva toma.   

Por último, después de cada plana y para finalizar tanto el acto de contrición como la toma misma cuádrese la tropa entera en la plaza principal del pueblo y repita varias veces (número también por definir): “nos perdonan lo guaches que fuimos, no lo volvemos a hacer. Te queremos pueblo, te queremos enemigo, te queremos revolución, te queremos comandante”.

Una vez levantado el castigo se hará una mesa redonda para proponer y estudiar nuevas actividades de descarga y recreo y un acto de clausura que sustituya al de contrición.





* Guevara, no Samper (ojo).

Hay gente que pareciera que sólo sabe hacer caso. Cuando se quedan sin nadie que les diga, se la pasan preguntando o se regalan de una para cualquier proyecto ajeno.   

También hay naciones enteras así.
Salí a la avenida y vi, allende la misma, a del sexo opuesto atractiva figura.

Doble sentido, doble carril con separador. Atravesé para verle, mirada puesta en cualquier otro lado, como quien cruza nomás.

Me devolví exactamente sobre mis pasos, indiferente al visaje. No me había gustado la ridícula mascota que le acompañaba -desde el otro lado no se alcanzaba a ver-, motivo de su contemplativa actitud. Cuando terminé de cruzar no volteé a mirar para comprobar si efectivamente la mascota no se veía desde ahí.

Yo iba con un acordeón.
A Pedro Elías, que alguna vez se refirió al asunto, si no fueron varias

A la Ciudad de los Antiguos Emperadores

Al Pantano de la Tristeza

No te desanimes: Mátate
La Peste, gonorrea


Acá suicidios no hay casi, pero porque ya nos acostumbramos a vivir mal.

Ya casi nada nos duele. Llorar, hace rato que no podemos.

Que las vainas no salgan, será cosa del destino. Que el miedo no nos deje, será que Dios no lo quiere.  Que nadie busque a nadie, así de alegría, será que es lo normal.

“Así es la vida”. Creemos que esto es vivir.

Se necesitaría un pico ya muy alto de desgracia como para despertarnos y activar la autoeliminación. 


Terminó la zamba y ambas resultaron travestis (truchos).
Canción del Enamorado
Meridian Brothers

Y si no apareces, igual te lo regalo
(comunicación a full)

A la Señora de los Deseos, la de los Ojos Dorados
y al Viejo de la Montaña Errante

“Si es ganá o perdida, igual”
Bacaniao
Palanca

“A donde voy yo le meto mi tumbao”
Op. Cit

“Aunque aquí la cosa se ponga caliente…”
Op. Cit

“Siempre chévere”
Op. cit

 
 
Hablo desde el delirio, desde un pico de locura, desde emociones y deseos frenados a voluntad para que su potencia anime el discurso desde esta precaria condición en la que me encuentro por culpa de tu salvaje figura y sus moveres. Hablo desde la sede, pieza que compartimos también con el resto –parche de tu palo, del mío y de otros variopintos–, comunidad de comidas y dormidas y conversas y risas y cantos y bailoteos, escenario de conocerte. Teatro de tus exhibiciones públicas en la modalidad de sugestivas revolcadas (cuando te despertabas), o bien en la de inesperados cambios de ropa (con sus sonidos llamadores), empujándola al desvarío en pro de. Desde acá, por la inminencia. Porque hay que propiciar oportunidad. Desde acá, por ese entrar y salir que cada vez que suena alguien cerca me timbra, posibilidad que mata. No estabas cuando entré. Que nadie venga. Y si viene, que no se quede. Desde acá, porque sabroso el miedito. Sólo yo sigo. No vienes. Sé que vendrás. Pero en una de esas termino antes… Imagino variantes por si apareces. Si… “Ven…”

“Ven, vamos a jugar”…

– Qué tal el trabajo… Yo acá… tratando de documentar… como de registrar… onda… ¿Me ayudarías? A ti que también te gusta contar y me copias... Dale, quédate, no te vayas. Con que te quedes, ya. Ahí, o donde quieras. Posando mejor (risas). “Posa para mí”. No, en serio. O si quieres moverte, también –me gusta tu mover–… Como quieras, haz lo que quieras, lo que se te ocurra. Yo sé que te gusta jugar… Sí, te gusta… Puedes mirar también… Ven, mira, acércate… Todo sale acá, ésa es la gracia, mira… Ahí es cuando llegaste, y lo que hablamos… Y tus poses y tus movimientos, el cuento como arrancaba entre ambos… Allá antes de que llegaras, mira… ¿qué tal?... ¿Te gusta? Acá estamos los dos… Aquí mi emoción, mi respiración alterada, mi sonrisa… Esta mirada sale aquí… Esta también, es la tuya… Y los acercamientos… Y esta locura, todo miedo y emoción, la podemos poner acá… ¿Te parece? O la borramos… Noo, se queda… Estos son besos… Varios… ¿chiquitos o…?... y algunos jueguitos menores… Ven, “que no se corte el viaje, acá con tanta entradera y salidera de parche llega alguien y”… esta pieza puede ser más comunitaria, pero ahora... Salgamos, busquemos otra que nos cuadre a ti y a mi.

Esta ya la tenemos: Encanto, rito, argumento, cuento, historia, mensaje compartido y en vivo.

Fue sólo porque yo salí a andar a por cigarrillos y a deshoras, y con todos los quioscos cerrados tuve que agarrar calle principal arriba y ahí apareciste.

La primera vez que te vi ya sabía que no tenía que acercarme. La segunda nos cruzamos ambos secundados por par secuaces y era de saludar y quedarse a conversar, y porque además se preguntó por mí, pero no me quedé porque me cerraban la lavandería… y porque además conozco el comportamiento de mi gente cuando pinta apareamiento.

Pero al poco rato tuviste que volver a aparecer y ofrecerme esos cigarrillos que me faltaban, que tampoco tenías pero que los conseguías. Y me preguntas que para dónde voy o para dónde vamos y nos metemos a la peña y nos bailamos todo. Y que te acompañe al baño y recién empezando me sales con que no, con que ya no, con que no te sientes bien, con que cuando me viste pensabas que sí pero no y con que mejor te vas. Y te vas nomás. Y yo que ni me había acercado ni empecé el jueguito y sólo metí ¿porque era casi todo seguirte nomás por qué tengo que quedar como dos de queso? ¿Y lo hablado y lo bailado?

Y no puedo dormir. Y no tengo cigarrillos.

Pajazos molestos.
Ya se me pasó la risa.

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