En una de ésas descubrimos que nuestro problema principal era la costumbre de andar sacando disculpas para todo.

Entonces se nos ocurrió que lo mejor era avisarle a todo el mundo.

Para que quedara bien elegante, la idea era cranearnos algo así como un "Tratado de la Disculpa", un documento perenne que las tuviera todas y fuera así vacunando a la población contra su ataque.

Pero la vaina fue que nos fuimos dando cuenta de que nunca podríamos meterlas todas, porque de este medio tan mañoso han hecho las disculpas su hábitat favorito, mutándose y reproduciéndose a velocidades y en variedades que tienden a infinito, excediendo obviamente nuestras capacidades no sólo de clasificación sino de identificación, quedando cualquier tratado obsoleto casi que ipso-facto.

De hecho ésa primera disculpa para no hacer el tratado fue aprobada por unanimidad, además porque servía como ejemplo.

Después fueron apareciendo otras que terminaron de convencernos, pero no las pusimos porque ya con esta teníamos.

Igual, si toca mostrar algo, pues está esto, ¿no?

Claro, ahí está.

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