El NO a la tregua ganó en el plebiscito nacional porque sus
mayorías votaron en las ciudades, donde viven, lejos de la guerra.
Las comunidades víctimas, rurales y menos numerosas, optaron
por el SÍ, pero necesitaban para imponerse la solidaridad de las poblaciones urbanas.
Estas, con su propia moral republicana, no concebían indulto o amnistía para el
ejército rebelde, así este hubiera reconocido a sus víctimas su responsabilidad
en los hechos de guerra, les hubiera pedido perdón, y ellas lo hubieran
concedido.
Entonces, para preservar la paz donde se quería preservar la
paz para preservar la guerra donde se quería preservar la guerra, se decidió
declarar a las ciudades Zonas de Guerra. De ellas debe desplazarse toda población
civil que no quiera la guerra, arribando y permaneciendo en ellas sólo quienes
no desean ceses de hostilidades.
La población desplazada puede regresar a sus ciudades sólo
cuando en ellas se declara la paz, mediante unánime acuerdo entre la gente que
queda al cabo de muchas eliminatorias.
Con frecuencia, es sólo 1. En ese caso, debe desplazarse a
la Zona de Guerra más próxima y contribuir con los combates locales.
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