Las culturas ágrafas no escriben, pero no porque hayan
desconocido desde siempre el ejercicio literario, sino porque después de probar
renunciaron a la escritura para volver a la oralidad. Rechazaron los códigos después de usados ¿Por qué? Pues porque un código precisa soporte, en cambio Radio Bemba no, y porque nada más sabroso para la memoria que la experiencia en directo, así el
argumento quede expuesto y vulnerable. Lo que realmente importa, no se pierde,
antes bien: Cada historia nace y se renueva cada vez que se cuenta, que se hace
en vivo.
Entre nos, que gustamos tanto de una sabrosura análoga,
la del chisme, podría darse similar comportamiento si aprovecháramos sus
virtudes –que las tiene, además de la citada–. Pero siendo todavía fenómeno de
perseguida reputación y doméstico carácter, se nos antoja indigno
de estudio o análisis, lo que impide tener una noción (y menos una
comprensión) sobre su constante, en sí misma un mensaje con verdadero alcance y
no difamatorio, sino aclamatorio. ¿De quién? Pues de sí mismo, y también de
Radio Bemba: El chisme es lo único en este espaciotiempo capaz de hacerle sombra
a la luz en cuanto a velocidad de propagación. Y eso sin salirse de las leyes
de la relatividad general, pues a mayor velocidad, mayor número de
transmisiones, con lo que un argumento cualquiera gana en masa al ejecutarlo cada
bemba repetidora a su modo, enriqueciéndolo con sus experiencias y folclores
particulares, amén de sus tumbaos regionales. Meterle más ritmo, más poesía,
más música y baile es aumentar no sólo su comprensión, copiabilidad y
recordación, sino también su coherencia.
¿Para qué una insípida notación o grabación original, si
una historia pervertida y chiviada en vivo por los propios vicios y reflejos
corporales logra mayor cobertura por su vital y mutante encanto? ¿Para qué la
fidelidad y el crédito a una fuente primaria, si todas terminan siendo? ¿O es
que acaso nos interesa saber quién se inventó el chisme? O el chiste. ¿Difunde
usted su chiste escribiéndolo o grabándolo? ¿Lo cifra y/o codifica? ¿Lo documenta para fijar parámetros? Hasta las risas y demás
emociones complementarias son imposibles de renovación y susceptibles de
caducidad cuando yacen atrapadas en lo profundo de un medio mecánico. Y difamar
por escrito no es lo mismo, pruebe y verá.
Todo eso lo saben los pueblos ágrafos, que no son sólo
ágrafos, sino agrabadores y adigitalizadores. Radio Bemba no precisa ni de
lápiz, ni de codificador, ni de antena. Su onda es tal que se propaga y a qué
velocidad, aún en el mayor de los vacíos. Como el chisme.
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