Salí a la avenida y vi, allende la misma, a del sexo opuesto atractiva figura.

Doble sentido, doble carril con separador. Atravesé para verle, mirada puesta en cualquier otro lado, como quien cruza nomás.

Me devolví exactamente sobre mis pasos, indiferente al visaje. No me había gustado la ridícula mascota que le acompañaba -desde el otro lado no se alcanzaba a ver-, motivo de su contemplativa actitud. Cuando terminé de cruzar no volteé a mirar para comprobar si efectivamente la mascota no se veía desde ahí.

Yo iba con un acordeón.

No hay comentarios:

Etiquetas