La parálisis actual de la movida reggae
(que afecta principalmente a las bandas)
se debe al asombro general ante la súbita
y total legalización de la marihuana.
No, no, la revolución la hicimos. Luego apareció otra gente, pero eso no nos quita. Lo que había que bailar se bailó.
Si le metimos a la parte religiosa fue porque la ley, por un lado, decía que ahora se podía creer en cualquier vaina, pero por otro seguía manteniendo el tal concordato con la iglesia esa que nos jodía desde hacía rato y todavía en calidad de culto oficial. Y la gente le seguía haciendo caso porque para pueblo religioso y miedoso este, eso era un solo peque y rece y empate (que sí pero no, que no pero sí, así todo el tiempo). Y con tal de quedar bien como que tampoco importaba mucho que fuera una onda impuesta a punta de eliminaciones y/o suplantaciones de ídolos originales y de la tergiversar y torcer sus ritos y eventos conmemorativos. Entonces nos tocó anular concordatos y ponernos a quitar monumentos y templos de adoración, y luego reemplazarlos por los originales donde se podía, donde sabíamos que había algo antes. Donde no, mandábamos cualquier otra cosa: un parque, una cancha, una piscina... Y nada de fiesticas patronales, a celebrar otra vez cosechas y solsticios y semanas de turismo, y a los carnavales cambiarles nombre y fecha (y tratando de que no se cruzaran unos con otros para poder ir a todos).
La contrarrevolución nos la olimos siempre, sólo que por otro lado. En estos tiempos de clases medias o emergentes, es su proverbial cobardía la que mueve los hilos en pro de la propia seguridad -siempre amenazada que porque tanto esfuerzo para llegar a donde están, para que ahora venga cualquiera a dañarles el caminao, dicen, y no tanto a ellas, agregan, que ya están curtidas de tanto guerriarla, pero a sus crías... dígame qué futuro les espera a esas pobres criaturas-. Y como no hacen sino ver vicio y droga y delincuencia y prostitución y depravación en cada vuelta que no conocen, una movida como la revolución... no no no no no. Por ahí era que la veíamos venir, sabíamos que al irnos tan de frente con la erradicación (nada más peligroso que el pánico colectivo) se iba a armar breve y nos fuimos preparando para no dejarnos.
Pero vieron que los piquetes no se armaron por ese lado... Y no se armaron porque el hábito de la inacción de las clases medias es tan fuerte -con el susto que se mandan- que se terminaron convenciendo -eso lo supimos después, pero era de ahí- de que la contrarrevolución podía ser mal negocio y no estaban las cosas -para ellas nunca van a estar- para andar perdiendo plata. y fuera lo que fuera, la revolución todavía no se había metido con nadie, o por lo menos a ese nivel, o sea que mejor esperar un poco (y un poco era cuánto... no importa, el hecho es esperar, siempre es mejor esperar). Lo que pasaba era que nosotros andábamos era más tratando de cambiar fes que pensando en chicharrones monetarios,o sea que ni ahí.
La revuelta la acabaron fue impulsando los pueblos marginales, o sea los originarios y los importados como fuerza de trabajo, ya liberados todos pero igual en las periferias. Se levantaron porque la religión que tumbamos, aunque impuesta como el idioma -que por ahí tampoco nos habíamos metido, y eso que el idioma imperialista que hablábamos también era dizque el oficial y con esa disculpa había exterminado a todo dialecto regional-folclórico que osara resistir, pero la diferencia ahí es que no hay ni contrato ni concordato con ninguna real academia-, la habían terminado sincronizando, en figuras y calendario, y además muy armoniosamente (a veces hasta adelantándose a las mismas misiones evangelizadoras) con sus creencias de toda la vida, sirviéndose asimismo de ella para sacar el material de muchas de sus más bonitas canciones, que a quién no le gustaron cuando nos las mostraron, había que cantos con marimba y con tambores y sonajeros varios... Y pues, ya poniéndonos a ver, la parte pagana de las fiestas patronales tampoco era que nos disgustara.
La gente dice que la contrarrevolución triunfó, que porque el gobierno está ahora en sus manos, no en las nuestras, pero si nos dejamos es porque la tenían más clara. Tampoco fue pues derrocada-derrocada, así con todo y negociación y asilo en el exterior, salida digna que se hace en esos casos. Se habló, y se habló bien, al final parecía como que no les sonaba tanto sacarnos, pero les dijimos que todo bien, que si a la gente la palabra contrarrevolución le sonaba más bonito y le asustaba menos y así iban a dejar trabajar, pues bien pueda sigan (sic). Y se ve que la pilotean, y la revolución igual canciona, así sea con otro nombre. A nosotros ya nos dicen paquetes, pechofríos. Que nos digan.
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