Estrella Resonante
Vómito Rosado
Para mi par de bichos favoritos
(No, tú no sales en este)
(¿Te molestaría compartir cuento?)

Tengo un par de bichos favoritos: Ruge y Peps, los seres queridos del momento. Son un par de lucecitas donde arranca y termina un tren. Las llamo y se prenden, pero también se prenden sin que las llame. De pronto ni se apagan, pero siempre alegra verles porque los propios bajonazos son frecuentes cuando se persiguen amorcitos que se escapan. Las amistades, en cambio, no huyen. Se ven en esas lucecitas que se mueven para cambiar de color, y así darme su alegría.
A veces canto dentro del tren y paso gorra. Peps y Ruge también tienen voces, y suenan bonitas cuando hablan. Pero deberían cantar más.
A Ruge le pusimos Ruge porque ruge y enseña a rugir, o más bien a descubrir el propio rugido, algo de mucha ayuda en estos tiempos.
Peps se autodenomina Peps. 
Ruge vive en la gran Bábilon, pero en Estívelan, o sea en su parásito, porque Estívelan vive en Bábilon y de Bábilon y así lo menoscaba.
Peps habita en una ciudad estudiantil que queda al lado de la Bábilon y es pequeña. Oficia más o menos de local porque la república sí, pero el municipio no. Cuando voy, me deja quedar en su casa.
Ruge es más o menos de mis pagos, por idéntica razón. No somos de acá, de todas formas. Su casa fue mi casa, la sede de Estívelan. Ruge sigue viviendo ahí. Yo ya no, pero igual voy a cada rato a hacer visita y a ayudar a moverla. Para mí sigue siendo la Casa del Cambio de la que habla el cuento, pero a Ruge le gusta más decirle la Casa del Ritmo, por lo de la moviola y las fiestas. De ahí nos conocemos.
De Peps nos desayunamos Ruge y yo al tiempo. Era verano y Uruguay. Desde entonces no hemos vuelto a aparecer en formato trío. Queremos unir el grupo completo otra vez por una corta temporada antes de yo dejar la región para volver a mis pagos. Y que sea en lo de Peps, porque Ruge no ha ido a lo de Peps, mientras que Peps sí ha ido a Estívelan. Me contaron que una vez iba Peps correteando al tren y de pronto vio a Ruge en la misma (Pasa que Ruge tiene familia en la ciudad estudiante y va a verle con frecuencia). Se miraron, se reconocieron, gritaron de felicidad, se abrazaron y se pusieron más felices. Imagínate lo bien que la debieron pasar en ese tren, que ese día habrá logrado más velocidá.
Donde Peps me quedo en su mismo cuarto pero con turnos cruzados. Casi nunca coincidimos si no es durmiendo. Cuando en una de esas despertamos más o menos igual tomamos café y nos contamos cosas. Si no, nos anotamos mensajitos bonitos para cuando despiertes.
A Ruge le gusta alegrar a la gente y me enseña cómo, pero yo sospecho que también le sale sin pensarlo, porque por ejemplo la última vez que parchamos –y fuimos a llevar el compos y se gastó helado y tal– veníamos por un puente que pasa por encima de la carrilera –y que también pasamos de noche cuando vamos a la emisora– y preciso venía el tren y nos paramos a verlo pasar (porque no siempre pasa el tren). Yo me quedé mirándolo en toda su extensión, pero también noté la presencia del tripulante y ha sido la única vez y fue porque vio a Ruge saltando y saludando al tren, ante lo cual sonrió ¡y saludó a su vez! Y Ruge soltó la risa, qué alegría la que nos dio.
Cuando volví a la casa de Peps a pasar esto a limpio para regalárselo a los respectivos bichitos, busqué dónde irlo guardando mientras y aparecieron varios documentos artísticos. No me aguanté y me los leí todos. Peps los habitaba agradablemente en su mayoría, o yo pensaba que los habitaba porque se los había inventado, o pensaba que se los había inventado porque era en su computadora –viste esas asociaciones literarias que se hacen, en estos días hablábamos de eso con otro bichito nuevo y bonito que apareció y que también promete–.  Igual tenían toda la onda.
Ruge también tiene máquina computadora. También con toda la onda.
A pesar de gozar yo también de sus computadoras –que fuera de eso son portátiles–, creo que saben que el cariño que les tengo es anterior a la máquina e independiente de ella. Debe ser por eso que me las siguen prestando.
Al lado oscuro de tal artista 
y al luminoso de tal policía.
A la izquierda fascista. 

A propósito de anonimatos, ya que mucha gente ha preguntado últimamente:

A la gente de un país casi nunca le importa el origen de sus historias. Nunca a nadie le da por preguntar de dónde salen las cosmogonías que explican su cultura. El saber popular es el saber popular y es el más sabio y no hay más vueltas qué darle, y para épocas nefastas de bloqueos artísticos y problemas legales por derechos de autor ya han tenido demasiado varios países.

Pero en uno una vez pasó que una comisión o cofradía académica arrancó a joder con que casi todas las historias y mitos del folk-lore del país eran sospechosamente parecidas entre sí, de tono similar así trataran de temática diversa, o sea que debían ser obra de una sola "entidad creadora" (obsérvese el nombrecito, lo que es no tener nada qué hacer), o por lo menos de un círculo de esas entidades creadoras, o de la misma “escuela”, ésas nombres que les ponen… Y que entonces dizque había que descubrir quién -o quiénes- habían sido.

Las leyendas, que eran de primer nivel, propendían por el bienestar de la nación en tanto el de cada uno de sus habitantes: poco miedo, nula represión, cero fascismo, adiós dioses castigadores, full carnaval, vía libre al aborto guéi (sic), etc. Se podría decir que era una de las mejores mitologías nacionales (y eso que a las mitologías eso de las naciones como que...)

El caso es que el parche este con su investigadera joda y joda hasta que creyó encontrar algo… y desde ahí no volvieron a molestar con el asunto. ¿Qué pasó?

Dicen que al parecer la autoría de la totalidad de la cosmovisión nacional terminó "recayendo" (¡gózate el verbo!) nada más ni nada menos que en la junta militar que tuvo a su cargo las desapariciones y torturas más atroces –recordarlas otra vez, pa´ qué-, y como que fue en esa misma época que se confeccionó todo el material mitológico, y no necesariamente en tiempos de carnaval, como para que no se dijera pues que...

Como que el rigor investigativo era tal que no permitía casi margen de error a los datos "por la pesquisa arrojados" (seguimos gozando), o sea que la cosa era de no te lo puedo creer, porque siempre se ha hablado de como hay gente que echando el cuento es toda simpática pero luego ni saluda, pero nunca al revés. ¿Gente mal nacida, malcriada, malherida con un lado tierno, buena onda? No no no no no.

Entonces el asunto ahí vuelve a ser: al fin qué: mejor saber, o no saber; seguir odiando con todo, o más o menos…

Por eso como que nunca se ha publicado nada de eso. Y dizque ha pasado en más de un país...


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